domingo, agosto 20, 2006

Sorpresas...

Cuando menos lo esperas, cuando crees que tocas fondo,
la vida se encarga de recordarte que aun puedes caer mas,
crees que todo va mal, pero tranquilo, puede ir aun peor,
noticias temidas y a la vez esperadas, sospechas que ahora
tienen todo su malvado fundamento, silencios que demuestran
una culpabilidad aun mayor, decepciones que jamas creias
que llegarias a tener.....

....todo por iluso, por necio, por creer en la bondad, por creer
en las personas.....

pero se acabo, ahora renaceré, si habeis oido bien, renaceré....
pero sera convertido en algo que no querriais ver,
en alguien poseido por la oscuridad, sin piedad, sin compasion
alguien al que lo que mueve es el odio, la ira, la venganza.

Pronto....muy pronto llegara mi hora.....y entonces....apartaos de mi camino
o sufrireis las consecuencias

viernes, agosto 18, 2006

Odio

Os ofrecí mi corazón,
y refinadamente lo pisasteis.
Os ofrecí mi amor,
mi dolor, mis lagrimas,
mi ternura, mi cariño,
os ofrecí mis sentimientos,
mi bondad, mi ilusión,
os ofrecí todo lo que soy,
todo lo que tengo,
con todo mi amor.
Pero lo pisasteis,
lo rechazasteis, os burlasteis,
me humillasteis, me insultasteis,
me escupisteis a la cara,
os reisteis de mi, pisotearme
fue vuestra respuesta mas digna.
Si tu hubieras pasado por todo esto
tendrías el mismo sentimiento
que ahora tengo en el corazón,
solo que a mi ya no me importa
lo que sientas, porque me
habeis demostrado que es mejor
no tener corazón, OS ODIO.

El Cuervo

"El Cuervo" por Edgar Allan Poe


Cierta medianoche aciaga, cuando, con la mente cansada,
meditaba sobre varios libracos de sabiduría ancestral
y asentía, adormecido, de pronto se oyó un rasguido,
como si alguien muy suavemente llamara a mi portal.
«Es un visitante -me dije-, que está llamando al portal;
sólo eso y nada más.»

¡Ah, recuerdo tan claramente aquel desolado diciembre!
Cada chispa desfalleciente dejaba un rastro espectral.
Yo esperaba ansioso el alba, pues no había hallado calma
en mis libros, ni consuelo a la pérdida abismal
de aquella a quien los ángeles Leonor podrán llamar
y aquí nadie nombrará.

Cada crujido de las cortinas purpúreas y cetrinas
me embargaba de dañinas dudas y mi sobresalto era tal
que, para calmar mi angustia repetí con voz mustia:

«No es sino un visitante que ha llegado a mi portal;
un tardío visitante esperando en mi portal.
Sólo eso y nada más».

Mas de pronto me animé y sin vacilación hablé:
«Caballero -dije-, o señora, me tendréis que disculpar
pues estaba adormecido cuando oí vuestro rasguido
y tan suave había sido vuestro golpe en mi portal
que dudé de haberlo oído...», y abrí de golpe el portal:
sólo sombras, nada más.

La noche miré de lleno, de temor y dudas pleno,
y soñé sueños que nadie osó soñar jamás;
pero en ese silencio atroz, superior a toda voz,
sólo se oyó la palabra «Leonor», que yo me atreví a susurran..
sí, susurré la palabra «Leonor» y un eco volvióla a nombrar.
Sólo eso y nada mas.

A un que mi alma ardía por dentro regresé a mis aposentos
pero pronto aquel rasguido se escuchó más pertinaz.
«Esta vez quien sea que flama ha llamado a mi ventana;
veré pues de qué se trata, qué misterio habrá detrás.

Si mi corazón se aplaca lo podré desentrañar.
¡Es el viento y nada más!»

Mas cuando abrí la persiana se coló por la ventana,
agitando el plumaje, un cuervo muy solemne y ancestral.
Sin cumplido o miramiento, sin detenerse un momento,
con aire envarado y grave fue a posarse en mi portal,
en un pálido busto de Palas que hay encima del umbral;
fue, posóse y nada más.

Esta negra y torva ave trocó, con su aire grave,
en sonriente extrañeza mi gris solemnidad.
«Ese penacho rapado -le dije-, no te impide ser osado,
viejo cuervo desterrado de la negrura abisal;
¿cuál es tu tétrico nombre en el abismo infernal?»
Dijo el cuervo: «Nunca más».

Que un ave zarrapastrosa tuviera esa voz virtuosa
sorprendióme aunque el sentido fuera tan poco cabal,
pues acordaréis conmigo que pocos habrán tenido
ocasión de ver posado tal pájaro en su portal.
Ni ave ni bestia alguna en la estatua del portal
que se llamara «Nunca más».

Mas el cuervo, altivo, adusto, no pronunció desde el busto,
como si en ello le fuera el alma, ni una sola sílaba más.
No movió una sola pluma ni dijo palabra alguna
hasta que al fin musité: «Vi a otros amigos volar;
por la mañana él también, cual mis anhelos, volará».
Dijo entonces: «Nunca más».

Esta certera respuesta dejó mi alma traspuesta;
«Sin duda -dije-, repite lo que ha podido acopiar
del repertorio olvidado de algún amo desgraciado
que en su caída redujo sus canciones a un refrán;
que pergeñó, acorralado, este lúgubre refrán:
"Nunca, nunca más"».

Como el cuervo aún convertía en sonrisa mi porfía
planté una silla mullida frente al ave y el portal;
y hundido en el terciopelo me afané con recelo
en descubrir que quería la funesta ave ancestral.
Qué pretendía esa torva ave, funesta y ancestral
al repetir: «Nunca más».

Esto, sentado, pensaba, aunque sin decir palabra
al ave que ahora quemaba mi pecho con su mirar;
eso y más cosas pensaba, con la cabeza apoyada
sobre el cojín purpúreo que el candil hacía brillar.
¡Sobre aquel cojín purpúreo que ella gustaba de usar,
y ya no usará nunca más!

Luego el aire se hizo denso, como si ardiera un incienso
mecido por serafines de leve andar musical.
«¡Miserable! -me dije-; ¡Tu Dios estos ángeles dirige
hacia ti con el filtro que a Leonor te hará olvidar!
¡Bebe, bebe el dulce filtro, y a Leonor olvidarás! »
Dijo el Cuervo: «Nunca más».

« ¡Profeta -grité-, ser malvado; profeta eres, diablo alado!
¿Del Tentador enviado o acaso una tempestad
trajo tu torvo plumaje hasta este yermo paraje,
a esta morada espectral? ¡Mas, te imploro, dime ya,
dime, te imploro, si existe algún bálsamo en Galaad!»
Dijo el Cuervo: «Nunca más».

« ¡Profeta -grité-, ser malvado; profeta eres, diablo alado!
Por el Dios que veneramos, por el manto celestial,
dile a este desventurado si en el Edén lejano
a Leonor, ahora entre ángeles, un día podré abrazar;
si a la radiante doncella en el Edén podré abrazar. »
Dijo el Cuervo: «¡Nunca más!».

«¡Diablo alado, no hables más!», dije, dando un paso atrás;
« ¡Que la tromba te devuelva a la negrura abismal!

¡Ni rastro de tu plumaje en recuerdo de tu ultraje
quiero sobre mi portal! ¡Deja en paz mi soledad!
¡Quita el pico de mi pecho y tu sombra del portal!»
Dijo el Cuervo: «Nunca más».

Y el impávido cuervo osado aun sigue, sigue posado,
en el pálido busto de Palas que hay encima del portal;
y su mirada aguileña es la de un demonio que sueña,
cuya sombra el candil en el suelo proyecta fantasmal;
y mi alma, de esa sombra que allí flota fantasmal,
no se alzará... ¡nunca más!

miércoles, agosto 16, 2006

El Camino de los Sith

No existe la paz, existe la furia.
No existe el miedo, el es el poder.
No existe la muerte, existe la inmortalidad.
No existe la debilidad, existe el Lado Oscuro.

Yo soy el corazón de la Oscuridad,
no conozco el miedo pero
suelo causarlo en mis enemigos.

Soy el destructor de mundos y
conozco el poder del reverso tenebroso.

Soy el fuego del odio y
todo el universo se inclina ante mi.

Me entregué a la oscuridad y
encontré la verdadera vida
en la muerte de la luz.




La paz es una mentira, sólo importa la pasión
Con la pasión, gano fuerza
Con la fuerza, gano poder
Con el poder, gano victorias
Con las victorias, mis cadenas se rompen
La Fuerza me liberará